El
término Inquisición hace referencia a varias instituciones dedicadas a la
supresión de la herejía mayoritariamente en el seno de la Iglesia católica. La
herejía en la era medieval muchas veces se castigaba con la pena de muerte, y
de ésta se derivan todas las demás. La Inquisición medieval fue fundada en 1184
en la zona de Languedoc (en el sur de Francia) para combatir la herejía de los
cátaros o albigenses, que en 1249 se implantó también en el reino de Aragón
(fue la primera Inquisición estatal) y que en la Edad Moderna, con la unión de
Aragón con Castilla, fue extendida a ésta con el nombre de Inquisición española
(1478-1821), bajo control directo de la monarquía hispánica, cuyo ámbito de
acción se extendió después a América; la Inquisición portuguesa (1536-1821) y
la Inquisición romana (1542-1965). Aunque en los países de mayoría protestante
también hubo persecuciones, en este caso contra católicos, contra reformadores
radicales como los anabaptistas y contra supuestos practicantes de brujería,
los tribunales se constituían en el marco del poder real o local, generalmente
adecuado para cada caso concreto, y no constituyeron una institución
específica.
Índice
1
Origen
2
Historia
2.1
Inquisición medieval
2.2
Inquisición española
2.3
Inquisición romana
2.4
Inquisición portuguesa
2.5
Inquisición en México
2.6
El tribunal del Santo Oficio
2.7
Procedimientos judiciales de la Inquisición en México
2.8
Denuncias ante la Inquisición en México
3
Inquisición y brujería
3.1
Características
3.2
La brujería en España
4
Cifras
4.1
Bruja y hechicera
5
Métodos de tortura empleados
6
La postura de la Iglesia católica hoy en el caso de Galileo
6.1
Las dos condenas
7
Juicios a animales
Origen
En
los comienzos de la Iglesia la pena habitual por herejía era la excomunión.
Cuando los emperadores romanos convierten el cristianismo en religión estatal
en el siglo IV, los herejes empiezan a considerarse enemigos del Estado. En su
momento San Agustín aprobó con reservas la acción del Estado contra los herejes.
En
respuesta al resurgimiento de la herejía de forma organizada, se produce en el
siglo XII en el sur de Francia un cambio de opinión dirigida contra la doctrina
albigense, la cual no coincidía con los puntos de vista de la Iglesia católica
con relación al matrimonio y otras instituciones de la sociedad. Como reacción,
el papa Inocencio III organizó una cruzada contra los albigenses promulgando
una legislación punitiva contra ellos. Sin embargo, los esfuerzos iniciales
destinados a someter la herejía no estuvieron bien coordinados y fueron
ineficaces.
Historia
Inquisición medieval
Aunque
el procedimiento inquisitorial como medio para combatir la herejía es una
práctica antigua de la Iglesia católica, la Inquisición medieval fue
establecida en 1184 mediante la bula del papa Lucio III Ad abolendam, como un
instrumento para acabar con la herejía cátara. Fue el embrión del cual nacería
el Tribunal de la Santa Inquisición y del Santo Oficio. El castigo físico a los
herejes había sido dispuesto con anterioridad por Federico II Hohenstaufen, la
institución de la Inquisición se dio para detener los abusos que estos procesos
podrían sufrir por parte del poder civil. Mediante esta bula, se exigía a los
obispos que interviniesen activamente para extirpar la herejía y se les
otorgaba la potestad de juzgar y condenar a los herejes de su diócesis.
A las anteriores disposiciones [...]
agregamos el que cualquier arzobispo u obispo, por sí o por su archidiácono o
por otras personas honestas e idóneas, una o dos veces al año, inspeccione las
parroquias en las que se sospeche que habitan herejes; y allí obligue a tres o
más varones de buena fama, o si pareciese necesario a toda la vecindad, a que
bajo juramento indiquen al obispo o al archidiácono si conocen allí herejes, o
a algunos que celebren reuniones ocultas o se aparten de la vida, las
costumbres o el trato común de los fieles.
En
las siguientes décadas, el proceso de la Inquisición resultó intermitente y
contradictorio en muchas ocasiones. Un ejemplo fue el caso del primer director
de la Inquisición de Hungría, Paulus Hungarus, quien defendió a los chamanes
paganos húngaros valiéndose de su influencia con el Papa Inocencio III. Además,
aseguró que estos al adorar al sol adoraban al ente supremo que era el mismo
Dios, así que no hallaba razón para condenarlos. Paulus Hungarus fue uno de los
primeros frailes dominicos, quien escribió importantes documentos como la Suma
de poenitentiae, tendiendo las bases de la nueva orden a petición de Domingo de
Guzmán. Sin embargo, Paulus fue destituído y reemplazado por un religioso más
estricto cerca de 1232, después de haberse iniciado propiamente la Inquisición.
En
su primera etapa (hasta 1230), se denomina oficialmente "Inquisición
episcopal" porque no dependía de una autoridad central, sino que era
administrada por los obispos locales. En 1231, ante el fracaso de la
Inquisición episcopal, Gregorio IX creó mediante la bula Excommunicamus la
"Inquisición pontificia", dirigida directamente por el Papa y
dominada por órdenes mendicantes, especialmente los dominicos. El hecho de que
religiosos bajo el control directo del Papa tuvieran a su cargo los tribunales,
fue un freno a su expansión, ya que algunos obispos no querían ver limitado su
poder en una diócesis por la presencia de estos organismos papales.
En
1252, el papa Inocencio IV autorizó en la bula Ad extirpanda el uso de la
tortura para obtener la confesión de los reos. Se recomendaba a los
torturadores no se excedieran hasta el punto de mutilar al reo o finiquitarlos.
Las penas eran variables. Los que se negaban a abjurar, "herejes
relapsos", eran entregados al brazo secular para la ejecución de la pena
de muerte.
La
Inquisición pontificia funcionó sobre todo en el sur de Francia y en el norte
de Italia. En España, existió en la Corona de Aragón desde 1249, pero no en la
de Castilla.
Inquisición española
La
Inquisición real se implantó en la Corona de Castilla en 1478 por la bula del
papa Sixto IV Exigit sincerae devotionis con la finalidad de combatir las
prácticas judaizantes de los judeoconversos de Sevilla. A diferencia de la
Inquisición medieval, dependía directamente de la monarquía, es decir, de los
Reyes Católicos. Tras una nueva bula emitida en 1483, la Inquisición se
extendió a los reinos de la Corona de Aragón, incluyendo Sicilia y Cerdeña, y a
los territorios de América (hubo tribunales de la Inquisición en México, Lima y
Cartagena de Indias), y se nombró Inquisidor General a Tomás de Torquemada. La
Inquisición se convirtió en la única institución común a todos los españoles,
con excepción de la propia Corona, a quien servía como instrumento del poder
real: era un organismo policial interestatal, capaz de actuar a ambos lados de
las fronteras entre las coronas de Castilla y Aragón, mientras que los agentes
ordinarios de la Corona no podían rebasar los límites jurisdiccionales de sus
respectivos reinos.
Inquisición romana
La
Inquisición romana, también llamada Congregación del Santo Oficio, fue creada
en 1542, ante la amenaza del protestantismo, por el Papa Pablo III. Se trataba
de un organismo bastante diferente de la Inquisición medieval, ya que era una
congregación permanente de cardenales y otros prelados que no dependía del
control episcopal. Su ámbito de acción se extendía a toda la Iglesia Católica.
Su principal tarea fue desmantelar y atacar a las organizaciones, corrientes de
pensamiento y posturas religiosas que socavaran la integridad de la fe
católica, y examinar y proscribir los libros que se considerasen ofensivos para
la ortodoxia.
Al
comienzo, la actividad de la Inquisición romana se restringió a Italia, pero
cuando Gian Pietro Caraffa fue elegido Papa como Pablo IV, en 1555, comenzó a
perseguir a numerosos sospechosos de heterodoxia, entre los que se encontraban
varios miembros de la jerarquía eclesiástica, como el cardenal inglés Reginald
Pole. En 1600 fue juzgado, condenado y ejecutado el filósofo Giordano Bruno. En
1633 fue procesado y condenado Galileo Galilei, al destierro a más de 50 km de
Roma, suspendiéndole asimismo el abono del dinero que recibía al modo de una
beca moderna.
En
1965 el papa Pablo VI reorganizó el Santo Oficio, denominándolo Congregación
para la Doctrina de la Fe.
Inquisición portuguesa
En
Portugal, donde se habían refugiado numerosos judíos españoles luego de la
expulsión de 1492, el rey Manuel I, presionado por sus suegros, los Reyes
Católicos, decretó la expulsión de los judíos que no se convirtieran al
cristianismo en 1497. Esto produjo numerosas conversiones al catolicismo.
La
Inquisición portuguesa fue establecida en Portugal en 1536 por el rey Juan III.
En un principio, la Inquisición portuguesa estaba bajo la autoridad del papa,
pero en 1539, el rey nombró inquisidor mayor a su propio hermano, Don Enrique.
Finalmente, en 1547, el papa terminó aceptando que la Inquisición dependiese de
la corona portuguesa.
El
primer auto de fe tuvo lugar en Lisboa el 20 de septiembre de 1540, en 1560 se
establece un tribunal de la Inquisición en Goa. Fue abolida por las Cortes
Generales en 1821.
Inquisición en México
La
historia de la Santa Inquisición en México, inició desde los primeros momentos
en que los españoles pisaron este continente. Los primeros casos de que se
tiene noticia son las "ordenanzas" contra blasfemos promulgadas por
Hernán Cortés en 1520, es decir antes de la caída de la gran Tenochtitlán, y el
proceso de idolatría iniciado por Nuño Beltrán de Guzmán en contra de
Caltzontzin, señor de los tarascos. Por otra parte, hay ciertos indicios de
actividades inquisitoriales contra herejes desde 1522, realizadas al parecer,
por Frailes que desde entonces ya se encontraban en México, quizás actuando con
poderes directos del Papa.
El tribunal del Santo Oficio
Dada
la conquista en México, se instauró el Tribunal Del Santo Oficio, que dependía
directamente del Consejo Supremo de la Inquisición, que era encabezado por el
inquisidor general de España. La autoridad superior del tribunal en México era
el Inquisidor o Inquisidores, puesto que normalmente ocupaban varias personas.
Los empleados de más alto rango eran el fiscal, a cuyo cargo estaba promover
los procesos, y el Secretario del secreto, que tenía fe publica y autorizaba
las actas, diligencias, despachos, edictos, etc. Los inquisidores contaban con
un cuerpo de personas doctas y de alta posición social y oficial llamados
"consultores del Santo Oficio", que integraban una especie de
consejo. Estos consultores intervenían con su voto en las decisiones graves,
como eran las sentencias de tormento y cuando un reo era condenado a muerte. El
tribunal contaba además con el auxilio de un cuerpo de peritos en asuntos
teológicos y religiosos, llamados calificadores del Santo Oficio, cuya misión
era ilustrar la opinión de los inquisidores en casos debatibles y de difícil
resolución. También existía un cuerpo policiaco, que eran quienes resguardaban
las cárceles y el Tribunal del Santo Oficio.
Procedimientos judiciales de la Inquisición en México
Al
establecerse el Tribunal del santo Oficio, los primeros procedimientos consistían
en una ceremonia llamada de "Juramento", en la que como lo dice el
nombre, los asistentes juraban denunciar a todas las personas que consideraran
sospechosas y prestar al tribunal la ayuda que pidiese, pero además, al
concluir esa ceremonia se daba lectura a un edicto de los inquisidores, llamado
Edicto General de Gracia, por el cual se conminaba a quienes se sintieran
culpables a denunciarse dentro de un plazo fijado so pena de excomunión mayor.
En el edicto se indicaban con minuciosidad los hechos considerados punibles y
se le prohibía a los confesores dar la absolución a los que de algún modo no
hubieren cumplido con aquel mandamiento.
Denuncias ante la Inquisición en México
Toda
denuncia incluso anónima, era válida. Una vez recibida, se abría de inmediato
una investigación secreta que al revelar algún indicio, por débil que fuera,
conducía al apoderamiento de la persona indiciada y al aseguramiento de sus
bienes. Se le tomaba enseguida una declaración que incluía siempre preguntas sobre
su familia y su origen, sobre su conocimiento de los dogmas y prácticas sobre
la religión católica, y sobre si tenía alguna sospecha acerca del motivo de su
prisión. Por lo general el acusado manifestaba total ignorancia a ese respecto,
temeroso de implicarse en algún hecho que no figurara en la denuncia, situación
que agravaba su caso. Si después de preguntarle tres veces el acusado persistía
en la misma respuesta se le declaraba "negativo" y se abría
propiamente hablando el proceso. Durante toda la secuela de éste –que a veces
tardaba años- el acusado permanecía incomunicado en la llamada cárcel del
secreto y ni siquiera podía hablar con el uno de los inquisidores si faltaba
alguien que pudiera servir de testigo. El acusado nunca era informado del nombre
de quienes declaraban en el proceso, no había por supuesto la posibilidad de
careos y el recurso de tachar a un testigo por ser enemigo del acusado solo
podía hacerse efectivo si este adivinaba quien había declarado en su contra o
por torpeza del acusado en las declaraciones del testigo. A todos los testigos
se les exigía el juramento del secreto.
Inquisición y brujería
En
2004 se publicaron las "Actas del simposio internacional: La
inquisición", gracias a la apertura
de los archivos secretos de la Congregación para la Doctrina de la Fe ordenada
por Juan Pablo II en 1998. En estas actas se recoge toda la documentación sobre
los procesos inquisitoriales en la Europa católica donde regía el Vaticano en
el campo espiritual. Desmitifica una parte del genocidio en países como España
por brujería, exagerados por la exitosa campaña protestante (ver Leyenda Negra
de la Inquisición Española) para mejorar su oposición al Imperio español de la
época.
Primero
es necesario comentar que se inició como un fenómeno popular, la aparición de
la figura de la bruja poseída por el diablo, y así se irían ajusticiando por la
población local. En 1484, Inocencio VIII da por oficial la existencia de la
brujería por medio de la bula Summis desideratis affectibus:
Ha
llegado a nuestros oídos que gran número de personas de ambos sexos no evitan
el fornicar con los demonios, íncubos y súcubos; y que mediante sus brujerías,
hechizos y conjuros, sofocan, extinguen y hacen perecer la fecundidad de las
mujeres, la propagación de los animales, la mies de la tierra.
Algunos
autores sostienen que el Papa no podía
saber lo que Kramer y Sprenger iban a decir en el Malleus Maleficarum y que
sólo había publicado la bula para decir que compartía su inquietud por el
problema de las brujas. Sin embargo, la posición de la Iglesia con respecto a
las brujas agravó la crisis de las persecuciones. Las primeras grandes oleadas
de caza de brujas son consecuencia directa del Malleus Maleficarum debido a la
amplia distribución que tuvo el libro. Aunque la Iglesia nunca aprobó
oficialmente la caza de brujas, en 1657 prohibió esas persecuciones en la bula
Pro formandis.
Características
En
la Europa central, se vio especialmente agravada por varios motivos:
La
difusión de la imprenta con la enorme difusión de obras como La Divina Comedia,
en los años posteriores a la peste negra donde se hablaba de los suplicios del
infierno, el teatro donde se puso de moda incluir al diablo y sus acólitos en
sus representaciones.
Las
tensiones religiosas, sobre todo en zonas afectadas por la Reforma, la Guerra
de los Treinta Años, la revuelta de los Países Bajos, el anglicanismo y la
aparición de movimientos religiosos radicales como los anabaptistas.
Entonces
se puede hablar de dos regiones diferenciadas según la fuerza de la brujería:
Alemania,
Suiza, la Región del Jura, los Países Bajos españoles, Francia e Inglaterra.
Los
países nórdicos, orientales y mediterráneos especialmente, la caza de brujas
fue algo tardío, sin fuerza y poco importante demográficamente.
La brujería en España
En
España, durante los tres siglos que dura especialmente, prácticamente la
mayoría de los casos se someten al proceso de la Inquisición local de forma
regulada y documentada. Aunque sería el último país en abandonar la cruel
figura de la Inquisición, ya hacía mucho tiempo que no ejecutaba a muerte a
supuestas brujas; se ejecuta a la última en 1611, la adolescente catalana
Magdalena Duer. Los últimos casos son en uno de los cantones suizos con Anne
Goldin en Glarus, 1782 (es la última ejecución en Europa occidental) o en
Polonia en 1793.
A
diferencia de otros países europeos como Alemania o Reino Unido, en el caso
español los juicios por brujería de la Inquisición eran juicios con un proceso
legal, documentados y organizados por el Estado, aunque todos los países usaron
la tortura como medio habitual. La pena más común era la abjuración de levi,
con destierro de seis años de la ciudad donde viviera; la absolución era
frecuente. Era significativa la suposición de que las supuestas brujas habían
bebido vino y estaban enfermas de modorra. Con la confesión del brujo, la
inquisición advertía:
Que
no procede en estos casos por solo la forma de ser brujos y hacer los dichos
daños, si no testifican de haberlos visto hacer algunos daños, porque muchas
veces lo que dicen han visto y hecho les sucede en sueños y juzgan se hallaron
en cuerpo y lo vieron e hicieron con los que testiffican y les figura el
demonio cuerpos fantasiosos de aquellos que dicen vieron sin haberlos visto ni
hallándose allí para que hagan esos daños de inflamar en peligro a los que no
tienen culpa.
Julio
Caro Baroja afirma en El señor Inquisidor y otras vidas por oficio:
Los
inquisidores eran más juristas que humanistas y teólogos. La jurisprudencia más
o menos secreta que podían estudiar era grande, casi tan grande como el
escepticismo de muchos de ellos, acostumbrados a ver imposturas y engaños en
cantidad de actos hechiceriles. En el siglo XVII los españoles, por otra parte,
no tenían mucha fama como magos y hechiceros. Alguien sostuvo —con clara
animadversión hacia el país— que el diablo no se fiaba de sus habitantes.
Cifras
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Algunas
cifras (estimadas) de las ejecuciones por tribunales civiles y por procesos
inquisitoriales constatados, por proporcionalidad en relación
ejecutados/población:
Polonia-Lituania:
unas 1.000, en una población de 3.400.000.
Reino
Unido: cientos de ejecutados. Destacar además que en este país protestante
(anglicano) existió la figura de los punzadores, los cuales se dedicaban a
"cazar" y ejecutar brujas de forma lucrativa.
Alemania:
la cuna del protestantismo se ejecutó, hasta un total de 2.500 personas de unos
16 millones.
Dinamarca-Noruega:
150 de 970.000 personas.
Bruja y hechicera
La
hechicera tradicional fue la que dio origen popular a la brujería. La
hechicería era una figura ancestral, mística, local, su propio nombre variaba
en función de su especialidad (adivinadora, curandero, etc.) y con un fin
generalmente lucrativo. La bruja en el folclore apareció como una figura
degenerada de la hechicería, irreal, anónima, sobrenatural, pervertida por el
diablo y de intenciones malvadas y sanguinarias.
Métodos de tortura empleados
La
Inquisición fue un tribunal eclesiástico establecido en Europa durante la Edad
Media para castigar los delitos contra la fe. Sus víctimas eran las brujas, los
homosexuales, los blasfemos, los herejes (cristianos que niegan algunos de los
dogmas de su religión) y los acusados de judaizar en secreto. Los acusados eran
interrogados, a veces mediante torturas, y ejecutados si se les encontraba
culpables, requisándose sus bienes.
Según
la Iglesia Católica, se adoptó el método de la tortura (lo cual era socialmente
aceptada civilmente en el contexto de la época) solo en casos excepcionales. El
procedimiento inquisitorial se regulaba minuciosamente en las prácticas de
interrogación. No todos los métodos de tortura aceptados civilmente eran
aceptados por la Iglesia Católica y para que un acusado fuese enviado a
tortura, debía ser perseguido por un crimen muy grave (un ataque a la Fe de la
Iglesia era gravísimo porque ponía en duda los cimientos de una paz social
fundada en la Fe) y el tribunal debía tener también sospechas fundadas de su
culpabilidad.
A
pesar del uso de la tortura, el procedimiento inquisitorial representa un
avance en la historia de la legislación. Por un lado, definitivamente descartó
el uso de la ordalía como medio de obtención de pruebas, reemplazándola por el
principio de prueba testimonial, el cual todavía tiene vigencia en las
legislaciones de la actualidad. Por otro lado, se restablece el principio del
Estado como fiscal o parte acusadora. Hasta ese tiempo, era la víctima la que
tenía que demostrar la culpabilidad de su agresor, incluso en los
procedimientos criminales más graves, esto frecuentemente era muy difícil
cuando la víctima era débil y el criminal poderoso. Pero en la Inquisición la
víctima no es más que un simple testigo, tal y como sucede en la actualidad.
Era la autoridad eclesiástica quien ahora tenía sobre sí la carga de la prueba.
La postura de la Iglesia católica hoy en el caso de Galileo
En
Italia, Galileo Galilei (1564-1642) fue obligado por la Inquisición a declarar
que su teoría heliocéntrica era una hipótesis, la cual no podía demostrar
científicamente, que situaba al Sol en
el centro de todo, en contra de la creencia que situaba la Tierra como el
centro del universo (véase: teoría geocéntrica). El sistema copernicano podía
interpretarse como un simple cambio de sistema de referencia, que simplificaba
el cálculo astronómico del movimiento de los cuerpos celestes, sin necesidad de
un cambio en la concepción metafísica del mundo.
Si
bien la teoría heliocéntrica es hoy en día ampliamente aceptada, la postura de
la Iglesia católica mantiene un dejo de justificación de sus actos pasados:
Según
algunos estudiosos, se le solicitó a Galileo pruebas sobre la teoría
heliocéntrica pero éstas nunca les fueron proporcionadas, en su lugar se
presentaron indicios de carácter experimental, pero insuficientes para una
demostración bajo método científico. La Iglesia católica al observar los
trastornos ocasionados por la supuesta falta de prudencia científica, y por
declarar como verdad un hecho hipotético, junto con diversas infracciones
disciplinarias, decidió censurar a Galileo siendo obligado en su primera
condena (1616) a no hablar del sistema heliocéntrico.
Ante
la polémica, se hizo una nueva revisión (mediada por la Iglesia) del caso
Galileo en 1979, pero la comisión que nombró al efecto en 1981 y que dio por
concluidos sus trabajos en 1992, tras efectuar un estudio completo del proceso
judicial confirmó una vez más la tesis de que Galileo carecía de argumentos
científicos para demostrar el heliocentrismo en la época en que fue publicado
originalmente. Sostuvo la inocencia de la Iglesia como institución y la
obligación de Galileo de prestarle obediencia y reconocer su magisterio,
justificando la condena y evitando una rehabilitación plena. El cardenal
Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, expresó en
1990, citando al filósofo agnóstico Feyerabend: «En la época de Galileo la
Iglesia fue mucho más fiel a la razón que el propio Galileo. El proceso contra
Galileo fue razonable y justo». En una carta enviada a los cardenales
católicos, el papa Juan Pablo II exhortó a la Iglesia a reconocer los errores
cometidos “por sus hombres, en su nombre”, y les anima a arrepentirse.
Según
la opinión de Michael Segre de esta manera se revalida la posición de que la
Iglesia tiene derecho a decidir qué tesis científicas pueden ser defendidas y
cuáles deben ser prohibidas, y a condenar y castigar a los que defiendan estas
últimas.
Feyerabend,
que en un estudio sobre la Inquisición afirma que en la época de Galileo la
Iglesia fue mucho más fiel a la razón que el propio Galileo.
La
versión según la cual las acusaciones contra la Inquisición son calumniosas o
exageradas empezó con un estudio de Jacques Mallet du Pan en 1784 y fue
reeditada múltiples veces durante dos siglos, y en esencia dice que Galileo
paradójicamente fue mejor teólogo que científico.
Las dos condenas
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Se
suele hablar de dos procesos contra Galileo: el primero en 1616, y el segundo
en 1633. A veces sólo se habla del segundo. El motivo es porque Galileo fue
denunciado a la Inquisición romana y el proceso fue adelante, pero no se llegó
a citar a Galileo delante del tribunal: el denunciado se enteró de que existía
la denuncia y el proceso a través de comentarios de otras personas, pero el
tribunal nunca le dijo nada, ni le citó, ni le condenó. Por eso, con frecuencia
no se considera que se tratara de un auténtico proceso, aunque de hecho la
causa se abrió y se desarrollaron algunas diligencias procesales durante meses.
En cambio, el de 1633 fue un proceso en toda regla: Galileo fue citado a
comparecer ante el tribunal de la Inquisición de Roma, tuvo que presentarse y
declarar ante ese tribunal, y finalmente fue condenado. Se trata de dos
procesos diferentes, separados por unos años; pero están relacionados, porque
lo que sucedió en el de 1616 condicionó en gran parte lo que sucedió en 1633.
En
1619, un decreto inquisitorial condena su obra por primera vez. Haciendo caso
omiso, Galileo publica en 1629 su Diálogo sobre los sistemas máximos, el de
Tolomeo y el de Copérnico. Es procesado entonces por la Santa Inquisición,
obligado a abjurar, condenado como hereje y a prisión domiciliaria el 22 de
junio de 1633, la primera parte de la cual la cumplió en el palacio episcopal
de su amigo el arzobispo de Siena, y la segunda en su villa florentina. Los
Médicis, después de abandonarlo a su suerte, dejan de representar la
emancipación de la razón y pierden así la influencia intelectual que ejercieron
en aquella época.
Juicios a animales
Entre
1266 y 1586 se realizaron, sólo en Francia, por lo menos sesenta juicios contra
animales en los tribunales de la Inquisición - aunque este tipo de juicios
tuvieron lugar en todo el Occidente cristiano - según lo que el historiador
Michel Pastoureau ha encontrado en los archivos de los documentos judiciales.
Un ejemplo citado por Pastoreau es el de la cerda que fue declarada culpable
por el asesinato del bebé Jean Le Maux y fue vestida como humana, torturada,
mutilada y condenada a muerte a pesar de que no confesó frente a ningún cura,
luego de nueve días de juicio en Falaise, en 1386. Sin embargo, en 1457, en
Savigny-Sur, en Borgoña, el tribunal logró, bajo tortura, la confesión de otra
cerda que había asesinado a otro pequeño de cinco años. En otro caso la condena
fue más fuerte porque el cerdo cometió su crimen un viernes de vigilia, pecado
mayor. Los juicios contra animales incluían, al igual que los de las brujas,
exposición, acarreo, vejaciones, torturas para el castigo ejemplarizante y la
humillación pública y, finalmente la destrucción del cadáver mediante el fuego.
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