Introducción
Los romances son poemas épicos o épico-líricos, casi
siempre breves, compuestos originariamente para ser cantados o recitados al son
de un instrumento. José Luís Alborg ha escrito que el Romancero constituye la
poesía nacional por excelencia: "un inmenso poema disperso y
popular", que representa una de las pocas cumbres excelsas en la
literatura universal, capaz de llegar al alma de todo un pueblo sin distinción
de clases y sin necesidad de preparación intelectual.
Están formados por un número indefinido de versos
octosílabos con rima asonante en los pares - manteniendo casi siempre la misma
rima durante toda la composición -, mientras quedan libres los impares. Éste es
el resultado de escribir como versos diferentes los dos hemistiquios de los
versos heroicos, los de los cantares de gesta, que tendían a las dieciséis
sílabas y eran monorrimos.
Los romances más antiguos son de finales del siglo XIV
y principalmente del siglo XV. Se llaman romances viejos y pertenecen a la
literatura popular y tradicional con todas sus características de transmisión
oral, anonimia, variantes, etc.
Conservamos gran número de romances viejos porque en
los siglos XV y XVI, como sucedió con la lírica popular, se recopilaron en
Cancioneros o Romanceros, como el Cancionero de Romances , publicado hacia 1547
o el Romancero General de 1600. También se han conservado - con la creación a
su vez de nuevos romances - en la tradición oral moderna, con numerosas
variantes, en la Península, Hispanoamérica y la comunidades judeo-sefardíes.
A partir del siglo XVI hasta finales del XVII, muchos
poetas cultos - Cervantes, Lope de Vega, Góngora, Quevedo,. - componen también
romances, a los que se les da el nombre de romances nuevos o artísticos que
amplían y renuevan el contenido temático y los recursos formales. Durante el
Romanticismo y en el siglo XX se conocerá una nueva floración de este tipo de
romances cultos - Duque de Rivas, Zorrilla, Antonio Machado, Unamuno, Gerardo
Diego, García Lorca, Alberti.
Origen
Según la teoría más admitida, los romances más viejos
proceden de ciertos fragmentos de los antiguos cantares de gesta, especialmente
atractivos para el pueblo, que los retenía en la memoria y después de cierto
tiempo, desgajados del cantar, cobraban vida independiente y eran cantados como
composiciones autónomas con ciertas transformaciones. En palabras de Menéndez
Pidal: "Los oyentes se hacían repetir el pasaje más atractivo del poema
que el cantor les cantaba; lo aprendían de memoria y al cantarlo ellos, a su
vez, lo popularizaban, formando con esos pocos versos un canto aparte,
independiente: un romance". Son los llamados romances épico tradicionales
.
Más tarde, los juglares, dándose cuenta del éxito de
los romances tradicionales, compusieron otros muchos, no desgajados de un
cantar, sino inventados por ellos, generalmente más extensos y con una temática
más amplia. Los autores desaparecen en el anonimato, y la colectividad,
plenamente identificada con ellos, los canta, modifica y transmite. Estos
últimos se conocen con el nombre de romances juglarescos.
Temas
Los temas del Romancero viejo son muy variados. Sin
ser exhaustiva se propone la siguiente clasificación temática:
i) Romances histórico-legendarios nacionales
§ De historia
épica: Don Rodrigo, Bernardo del Carpio, los Infantes de Lara, Fernán Gonzáles,
el Cid.
§ De historia
contemporánea: Pedro el Cruel.
§ Noticieros
que se dividen en fronterizos, sobre los episodios militares de la guerra de
Granada, y moriscos, donde los hechos relatados están vistos desde el lado
musulmán.
ii) Romances histórico-legendarios extranjeros:
§ El ciclo
carolingio: Carlomagno, Roldán, Roncesvalles.
§ El ciclo
bretón, sobre la llamada "materia de Bretaña" - leyendas
caballerescas bretonas dadas a conocer por los "romans courtois" -:
Lanzarote y Tristán
iii) Romances de historias bíblicas y grecorromanas
§ (tomados de
las obras del mester de clerecía): Saúl, David, Paris, Elena, Nerón.
iv) Romances novelescos:
§ de amor,
§ misterio,
§ venganza,
§ aventuras.
Por su importancia, aunque ya no dentro de la
clasificación temática, hay que mencionar los llamados romanes líricos, de
escasa acción y con predominio del sentimiento, principalmente el amoroso.
Estilo
Desde el punto de vista estilístico, el Romancero manifiesta
una gran sencillez y sobriedad de recursos: descripciones parcas y realistas,
casi total ausencia de elementos fantásticos o maravillosos, escasez de
adjetivos y metáforas. A pesar de ello se consigue una extraordinaria viveza
narrativa y los más variados efectos poéticos.
Destaca en el romancero la inmediata composición de la
escena y la presentación de los personajes, la aproximación a la realidad con
una gran fuerza plástica y el arte de saber llevar, sin dilaciones, la atención
del oyente hacia el núcleo temático. Se combinan admirablemente la narración y
el diálogo; mediante éste se consigue el característico movimiento dramático de
muchos romanes.
La alternancia en la utilización de las formas
verbales - presente/pretérito - es otro aspecto que anima la narración con el
cambio de perspectivas temporales, desde un pasado lejano a un pasado cercano e
incluso a un presente o viceversa.
Las fórmulas expresivas más utilizadas son las
repeticiones de palabras o frase y el uso del paralelismo para conseguir una
mayor intensidad emocional y rítmica. También se usan con mucha frecuencia las
formas deícticas, apostróficas y exclamativas para conseguir mayor emotividad y
recabar la atención del oyente.
Otra característica muy importante es el
fragmentarismo: El romance se centra en un momento determinado de la acción.
Los antecedentes no aparecen porque son conocidos o no interesan, y se entra,
como ya hemos dicho, directamente en el asunto. Además, con mucha frecuencia,
la narración se rompe bruscamente sin que se conozca el desenlace final. El
resultado es de una increíble eficacia poética, al atrapar al oyente en el
misterio y la emoción, y hacerle participar con su propia imaginación, lanzada
a una actividad creadora personal.
Ejemplo de Romance
Romance histórico: "La venganza de
Mudarra"
Los
siete infantes de Lara, hijos de Gonzalo Gustios, asisten a la boda de su tío
Rodrigo de Lara con doña Lambra, en Burgos. Durante la fiesta, la novia se cree ofendida por los infantes y Rodrigo promete vengarla. Enviado Gonzalo Gustios a Córdoba con una falsa embajada, es retenido por Almanzor, que no se atreve a matarlo. Para completar la traición, Rodrigo prepara una trampa a sus sobrinos, que son decapitados por los moros. Almanzor presenta las cabezas de sus hijos a su prisionero. Para consolarlo de sus penas, el caudillo moro le ofrece a su hermana con la que tiene un hijo, Mudarra, que vengará la muerte de sus hermanos, los siete infantes de Lara.
Este
romance es el último de la serie, y resume el final de una trágica historia
de
venganzas familiares. |
||
A caza
va don Rodrigo,
ese que dicen de Lara; perdido había el azor, no hallaba ninguna caza; con la gran siesta que hace arrimado se ha a una haya, maldiciendo a Mudarrillo, hijo de la renegada, que si a las manos hubiese que le sacaría el alma. El señor estando en esto, Mudarrillo que asomaba: -Dios te salve, buen señor, debajo la verde haya. -Así haga a ti, caballero; |
buena
sea tu llegada.
-Dígasme, señor, tu nombre, decirte he yo la mi gracia. -A mí me llaman don Rodrigo, y aun don Rodrigo de Lara, cuñado de don Gonzalo, hermano de doña Sancha; por sobrinos me los hube los siete infantes de Lara. Maldigo aquí a Mudarrillo, Hijo de la renegada, si delante lo tuviese, yo le sacaría el alma. -Si a ti dicen don Rodrigo, y aun don Rodrigo de Lara, a mí Mudarra González, |
hijo de
la renegada,
de Gonzalo Gustios hijo y alnado de doña Sancha; por hermanos me los hube los siete infantes de Lara; tú los vendiste, traidor, en el val del Arabiana. Mas si Dios ahora me ayuda, aquí dejarás el alma. -Espéresme, don Mudarra, iré a tomar las mis armas. -El espera que tú diste a los infantes de Lara; aquí morirás, traidor, enemigo de doña Sancha. |
Romance fronterizo: "Abenámar"
En el
año 1431, el rey Juan II de Castilla llega ante Granada acompañado del
infante
moro Abenámar, a quien había ofrecido el trono de este reino. La cuidad se rinde y el infante es reconocido rey en ella. El romance tiene evidente inspiración morisca. Los poetas árabes llaman con frecuencia "esposo" de una región al señor de ella, y de aquí el romance tomó su imagen de la cuidad vista como una novia a cuya mano aspira el sitiador. |
||
-¡Abenámar,
Abenábar,
moro de la morería, el día que tú naciste grandes señales había! Estaba la mar en calma, la luna estaba crecida; moro que en tal signo nace no debe decir mentira. -No te la diré, señor, aunque me cueste la vida. -Yo te agradezco, Abenámar, aquesta tu cortesía. ¿Qué castillos son aquéllos? ¡Altos son y relucían! -El Alhambra era, señor, y la otra, la mezquita; |
los
otros, los Alixares,
labrados a maravilla. El moro que los labraba, cien doblas ganaba al día, y el día que no los labra otras tantas se perdía; desque los tuvo labrados, el rey le quitó la vida porque no labre otros tales al rey del Andalucía. El otro es Torres Bermejas, castillo de gran valía; el otro, Generalife huerta que par no tenía. Allí hablara el rey don Juan, bien oiréis lo que decía: |
-Si tú
quisieras, Granada,
contigo me casaría; daréte en arras y dote a Córdoba y a Sevilla. -Casada soy, rey don Juan, casada soy, que no viuda; el moro que a mí me tiene muy grande bien me quería. Hablara allí el rey don Juan, estas palabras decía: -Échenme acá mis lombardas doña Sancha y doña Elvira; tiraremos a lo alto, lo bajo ello se daría. El combate era tan fuerte que grande temor ponía. |
Romance legendario: "El infante
Arnaldos"
En este
romance de aventuras, el infante Arnaldos se embarca en una nave desconocida
y
encuentra en ella a sus familiares y criados, que andaban buscándole. El final truncado, al que llega después de varias tentativas, convierte un romance de escaso interés en una obra maestra, pues da a la canción del marinero un gran misterio. El acierto en el corte brusco aparece así como una verdadera creación poética. |
||
¡Quién
hubiera tal ventura
sobre las aguas del mar como hubo el infante Arnaldos la mañana de San Juan! Andando a buscar la caza para su falcón cebar, vio venir una galera que a tierra quiere llegar; las velas trae de sedas, la jarcia de oro torzal, |
áncoras
tiene de palta,
tablas de fino coral. Marinero que la guía, diciendo viene un cantar, que la mar ponía en calma, los vientos hace amainar; los peces que andan al hondo, arriba los hace andar; las aves que van volando, |
al
mástil vienen posar.
Allí habló el infante Arnaldos, bien oiréis lo que dirá: -Por tu vida, el marinero, dígasme ora ese cantar. Respondióle el marinero, tal respuesta le fue a dar: -Yo no digo mi canción sino a quien conmigo va. |
Romance lírico: "El prisionero"
Una
simple canción carcelera convertida en una expresión emocionada del
aislamiento y la
incomunicación. |
||
Que por
mayo era, por mayo,
cuando hace la calor, cuando los trigos encañan y están los campos en flor, cuando canta la calandria y responde el ruiseñor, |
cuando
los enamorados
van a servir al amor; sino yo, triste, cuitado, que vivo en esta prisión; que no sé cuándo es de día |
ni
cuándo las noches son,
sino por una avecilla que me canta al albor. Matómela un ballestero; déle Dios mal galardón. |
0 comentarios:
Publicar un comentario